Inmigrantes reciben ciudadanía en ceremonia “drive-thru”
Uno se imagina la ceremonia de ciudadanía como un acto muy solemne en una gran sala abarrotada de inmigrantes jurando lealtad a los Estados Unidos, pero lo que Martha Leticia Murrieta vivió debido a la pandemia del coronavirus fue algo totalmente diferente: estaba, sola, en su auto y en un sencillo proceso tipo “drive-thru”.
Desde el jueves estadounidense de origen mexicano describe la escena como “surrealista” y “nunca imaginada”.
“Fuimos diez personas que asistimos a nuestra ceremonia, cuando llegué había una cola pequeña donde nos teníamos que identificar sin bajar el vidrio, como requisito nos pidieron cubrebocas obligatorio”, dijo la latina, quien rindió su juramento en Phoenix (Arizona).
Uno de las estipulaciones que les demandaron los agentes de inmigración cuando le hablaron por teléfono para darle la fecha de su ceremonia de naturalización fue que asistiera sola y respetando en todo momento las medidas sanitarias impuestas para intentar atajar la pandemia que ha contagiado a más de 1ñ5 millones de personas en EEUU, de los cuales más de 93,000 han muerto.
Murrieta se sumó así a los más de 700,000 inmigrantes con permiso de residencia (green cards) que se naturalizan cada año en Estados Unidos. También es parte de las miles de personas que se encontraban a la espera de su ceremonia desde que el pasado 18 marzo el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, en inglés) cerró sus oficinas como medida preventiva.
Como “para llevar”
El 19 mayo pasado activaron las ceremonias de naturalización en autos, sistema similar al de restaurantes de comida para llevar y que se mantendrá hasta el 4 de junio, cuando inicialmente está previsto que USCIS reabra sus oficinas.
Para ella, esta llamada fue una sorpresa, pues desconocía por completo esta iniciativa para reducir el retraso acumulado por la pandemia.
Ahora que ya es ciudadana, Murrieta ya piensa en viajar y en el mismo lugar de la ceremonia preguntó a un oficial cómo hacer para conseguir uno de esos pasaportes de tarjeta, aunque el funcionario le avisó de que todavía es “peligroso” hacerlo por la pandemia.
En el lugar donde se “celebró” la jura, las medidas de seguridad eran estrictas, con separación de más de dos metros entre las personas y agentes de USCIS con cubrebocas y guantes para atender a las diez personas que estaban dentro de sus autos.
Solo se bajaron de sus vehículos cuando, tras recibir la orden pertinente, desde la distancia y por medio de un megáfono, de pararse a un lado de la puerta de su auto y desde ahí hacer el juramento de lealtad mientras ondeaban una pequeña bandera de los Estados Unidos mientras se escuchaba de fondo una melodía de música “country”.
“Era tan gracioso, porque cuando hablaba el oficial en el pódium para el juramento, los obreros de la fábrica de atrás pasaban con sus cascos amarillos y se escuchaba el ruido, nunca pensé una ceremonia así, me dio mucha risa”, indica.
“Fue todo, en menos de media hora me hice ciudadana”, explica Murrieta, que afirma que, muchas personas hubieran querido una “ceremonia larga y con sus familiares” para ella fue un “día bonito” y que sin duda recordará.
La “presión” de Trump
Murrieta, originaria de Hermosillo (Sonora), llegó a Estados Unidos en el 2000 gracias a un programa que reclutaba maestros bilingües para los distritos escolares de Arizona.
A pesar de que desde hace años podía hacerse ciudadana, la desidia por el papeleo la había orillado a posponer el trámite, pero fue la impotencia que le causa ver las medidas “racistas” de la Administración del presidente Donald Trump la que la animó a solicitar la naturalización.
“Nunca como ahora había sentido la necesidad de hacerme ciudadana para ejercer mi voto. Estoy muy orgullosa de poder votar en noviembre. Fue el temor de que Trump nos quitara nuestros derechos lo que me hizo acelerar el trámite”, dice.
Aplicó para la ciudadanía a finales de septiembre de 2019, el 25 de octubre acudió a su cita biométrica y su entrevista fue el 12 de marzo pasado, cuando “ya empezaba lo del coronavirus”.
Pero entonces se decretó la cuarentena en Arizona y Murrieta tuvo que esperar hasta este jueves, día que no olvidará: “Fue tan surrealista, pero en verdad es lo que es, una realidad que vivimos por el coronavirus”.
Fuente: laopinion.com