Trump implementa orden ejecutiva histórica para recortar precios de medicamentos en Estados Unidos

ARCHIVO: El presidente electo Donald Trump, pronuncia un discurso en Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, Estados Unidos, el 16 de diciembre de 2024.
En un movimiento que redefine las políticas sanitarias estadounidenses, el presidente Donald Trump firmó este lunes una orden ejecutiva sin precedentes que obliga a reducir los precios de medicamentos con receta entre un 30% y un 80%, medida que impactará directamente a 48 millones de beneficiarios de Medicare.
La iniciativa, anunciada como «la más significativa en la historia del país», busca equilibrar los costos farmacéuticos nacionales con los estándares internacionales más bajos, desencadenando un enfrentamiento directo con la poderosa industria farmacéutica.
Detalles de la orden ejecutiva y mecanismos de aplicación
Vinculación de precios a estándares internacionales
El eje central de la disposición presidencial radica en la política de «nación más favorecida», que obligará al Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) a establecer un precio máximo para medicamentos basado en los costos más bajos registrados en siete países de referencia: Alemania, Japón, Suiza, Canadá, Australia, Reino Unido y Francia. Este mecanismo, que entraría en vigor en 30 días si no hay acuerdo voluntario con las farmacéuticas, aplicaría principalmente a los 50 medicamentos más costosos cubiertos por Medicare Parte B, utilizados en tratamientos contra el cáncer, artritis reumatoide y otras enfermedades crónicas.
Durante la firma en la Casa Blanca, Trump ejemplificó la disparidad de precios mencionando que Estados Unidos paga hasta 10 veces más por la misma insulina que otros países desarrollados. «No seguiremos subsidiando la atención médica global mientras nuestros ciudadanos pagan precios exorbitantes», declaró, enfatizando que la medida generará ahorros de «trillones de dólares» al sistema sanitario nacional.
Presiones a la industria y plazos críticos
La orden ejecutiva establece un período de negociación de 30 días entre el HHS y los laboratorios, tras el cual se activarían mecanismos coercitivos incluyendo posibles multas por incumplimiento. Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud, señaló que este proceso podría extenderse hasta 2026 para algunos medicamentos, aunque prometió reducciones «inmediatas» en fármacos de alto impacto como anticoagulantes y tratamientos oncológicos.
Contexto político y reacciones iniciales
Estrategia electoral y legado sanitario
El anuncio se produce en un año clave de campaña electoral, donde Trump busca posicionar a los republicanos como reformadores del sistema de salud. «Esto nos da la oportunidad de superar el Obamacare con mejores resultados y menor costo», afirmó el mandatario, en clara alusión a su rival Joe Biden. Analistas políticos destacan que la medida apela directamente a votantes mayores de 65 años, grupo que representa el 22% del electorado y sufre directamente los altos costos de medicamentos.
Respuesta de la industria farmacéutica
La Pharmaceutical Research and Manufacturers of America (PhRMA) calificó la orden de «experimento peligroso» que desincentivará la innovación médica. Lobbyistas del sector advierten sobre posibles desabastecimientos y retrasos en la aprobación de nuevos tratamientos, citando experiencias similares en la administración Trump de 2020 que fueron bloqueadas judicialmente. No obstante, ejecutivos anónimos de grandes laboratorios reconocieron en declaraciones a The Washington Post que podrían absorber parte de las reducciones mediante ajustes en mercados internacionales.
Implicaciones internacionales y próximos pasos
Repercusiones globales en precios
La orden ejecutiva incluye un polémico apartado que autoriza al Gobierno estadounidense a imponer aranceles compensatorios a países que mantengan precios «artificialmente bajos» mediante controles gubernamentales. Esta disposición, que podría afectar principalmente a naciones europeas y Canadá, ha generado preocupación en la Organización Mundial del Comercio, donde ya se analizan posibles demandas por distorsión de mercados.
Mientras grupos de pacientes celebran la medida, economistas advierten sobre posibles efectos colaterales, incluyendo el riesgo de que las farmacéuticas retrasen el lanzamiento de nuevos medicamentos en Estados Unidos. La Casa Blanca contrarresta estos argumentos señalando que el decreto incluye incentivos fiscales para compañías que mantengan centros de investigación en territorio estadounidense.